Aunque en nuestro país no esté permitida la maternidad subrogada, sí se puede inscribir a los bebés que dan a luz mujeres contratadas en el extranjero

Diez mil euros es el precio por el que una mujer de Cádiz ha vendido su bebé gestado por vientre de alquiler a una pareja de hombres residentes en Almería. La pequeña no fue inscrita en el Registro Civil. La pareja compradora acordó con la madre que en unos días se verían en Almería para inscribirla en el Registro Civil y firmar un documento notarial en el que se hiciera constar que ella cedía al padre la tutela de la niña tras una inseminación artificial.

En un interrogatorio, la joven manifestó a los agentes de Servicios Sociales que el bebé había nacido muerto y que lo donó a la ciencia. Tras una investigación, la Guardia Civil detuvo ayer a los tres implicados. La menor se encuentra en buen estado bajo la tutela de la Junta de Andalucía.

Intentos fallidos

La maternidad subrogada, más conocida como «vientres de alquiler», por la que una mujer, generalmente mediante transacción económica, ofrece su útero para gestar un bebé, no es legal en España. Jurídicamente, este tipo de contratos se consideran nulos de pleno derecho, tal y como dicta el artículo 10 de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción asistida.

 Aún así, no han sido pocos los intentos por lograr su normalización, uno de los últimos el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, a mediados del pasado mes de marzo, al pretender fallidamente que se regulara de manera altruista.

Pero aunque no sea legal, en España hay bebés que han sido gestados en vientres de alquiler de otros países del mundo donde esta práctica sí está permitida, como es el caso de Estados Unidos, India, Albania, Georgia, Croacia, Holanda, Rusia, Reino Unido, Grecia, Ucrania…

Las voces más críticas

Para los detractores de esta práctica, es una contradicción que nuestro país permita la inscripción en el Registro Civil del niño nacido fuera de España mediante maternidad subrogada en base al interés del menor. Las voces más críticas pretenden que no se permita este tipo de registro para no favorecer que haya mujeres que presten su útero para concebir hijos a cambio de dinero.

No hay cifras sobre el número de niños que bajo este procedimiento llegan a nuestro país porque este registro no hace públicos este tipo de datos. Pero lo que parece un secreto a voces es que la demanda por conseguir bebés bajo esta fórmula crece de forma exponencial. «Cada vez que un famoso cantante, actor o deportista confiesa que tiene hijos como resultado de un vientre de alquiler, las peticiones de las parejas españolas se disparan porque ven es estos referentes un modelo a seguir y una alternativa a las largas listas de espera para adoptar», explica Didac Sánchezfundador de Subrogalia, compañía que gestiona este tipo de maternidad desde hace cinco años.

Más procedimientos

Tanto es así, que asegura que este año han realizado 180 procedimientos. «Para el año que viene tenemos ya previstos 580 y en dos años esperamos llegar a los 650». En su opinión sería necesario regular la maternidad subrogada «porque cada mujer tiene derecho a hacer lo que quiera con su cuerpo y si puede dotar de felicidad a parejas que no pueden tener hijos, es una cuestión que va más allá de compensaciones económicas».

Añade que «no se trata de procedimientos mercantiles, sino médicos» y «si no se regula se conseguirá un efecto contrario donde las prácticas se lleven a cabo a escondidas y en malas condiciones para todas las partes afectadas. A mayor regulación menos errores. Me preocupa mucho que cada vez hay más agencias que tramitan este tipo de procedimientos sin una regulación y que si comenten fallos son de suma gravedad porque estamos hablando de vidas humanas», concluye.

No comparte su opinión el presidente del Foro Español de la FamiliaMariano Calabuig, para quien esta práctica «es un desprecio a la dignidad de la mujer al producirse un mercadeo con ella. Su cuerpo se convierte en un objeto». En su opinión, es muy preocupante que en el caso de que se geste un hijo con problemas, «se pueda obligar a la mujer que ofrece el útero a desprenderse del hijo. Cómo si ser madre fuese una cuestión banal».

Además, asegura que no se puede garantizar el derecho de la madre a no sufrir las consecuencias psicológicas de un posible aborto tras nueve meses de gestación y tener que desprenderse del niño. El bebé se convierte, así, en objeto pues se mercantiliza con él, tiene un precio.

También destaca que se pierden muchas vidas humanas «al implantan varios óvulos fecundados para probar cuál de ellos llega a la implantación en el útero de la mujer y a su posterior desarrollo».

 

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